Sentí un escalofrío al entrar en clase. En aquel mismo lugar se decía que habían desaparecido varios alumnos, y que el culpable era un terrorífico monstruo. La gente se lo tomaba a broma, pero yo sabía que era real. Había visto a aquella persona transformarse en bestia. Sus dedos convertirse en zarpas, sus dientes en afilados colmillos, su piel en escamas. Había dejado su forma humana para convertirse en ese ser venido de otro universo o dimensión, o de algún plano del averno. Escuché como la puerta del aula se abría tras de mi, me aparté del espejo, y me giré para ver a mi nueva víctima.
Andrés Gallardo Simón
1º de Administración y Finanzas, tarde
1º de Administración y Finanzas, tarde
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